Tener energía para seguir con nuestra vida debería ser como una buena taza de café amargo, que nos despierta y nos recarga como una batería para seguir adelante, no sólo basta con levantarse con la sensación del deber y hacer las cosas como un programa computarizado, que está diseñado para seguir órdenes. Hay que disfrutar de cada sorbo que demos a nuestro delicioso café, hacer cada actividad con gusto y alegría, así quitar la carga pesada que sentimos al levantarnos en un nuevo amanecer. Darle un buen sabor a todo lo que decidamos hacer, sea grande o pequeño, cuidar esos detalles, no por obligación, si no por propia convicción; esto solo es el principio de un largo camino a lo que llamamos felicidad.
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